El dulce placer de vender

Cómo sin saberlo encontré mi sitio.

8/14/20254 min read

Septiembre de 2021: esta fecha fue la que cambió definitivamente mi rumbo profesional.

Como ya mencionaba en otros post, cuando acabé la universidad y empecé a buscarme la vida, me dedicaba a picar facturas, hacer asientos contables o hacer transferencias bancarias. Ese es un tipo de trabajo que en mi caso ni me hacía feliz ni era algo que se me diese especialmente bien. Soy una persona que está en su mundo, y si no tengo algo delante que me motive o llame mi atención... me distraigo.

Dicho esto, tampoco me veía en ventas. Siempre he pensado que es un trabajo muy estresante, que tienes que vivir agobiado si no llegas a objetivos, que tiene mucha rotación... y en cierto modo es verdad. El trabajo de comercial supone tener una tolerancia a la frustración muy alta, tener mucha proactividad y ser creativo. No puedes estar a verlas venir y tienes que llamar a las puertas constantemente.

Me especialicé en márketing porque siempre me ha apasionado el generar valor en los productos y servicios. No es una cuestión de hacer publicidad, sino que que comprar sea una auténtica experiencia.

De hecho, voy a compartir un ejemplo un poco bestia: me encuentro en París de vacaciones y ayer hice una visita a los Campos Elíseos. Es la avenida comercial de la ciudad, donde están las marcas de lujo como Cartier, Bulgari, Chanel o Louis Vuitton. Sobre Louis Vuitton, me he quedado sorprendido al ver que las obras del edificio no tienen los típicos andamios... ¡sino que está decorado como una caja de regalo de la propia Louis Vuitton! Mirad el vídeo:

No obstante, me preparaba para un puesto de Marketing + Atención al Cliente en inglés. Recuerdo en aquella entrevista haber explicado mi experiencia previa en marketing digital a través del manejo de redes sociales , email marketing y algo de trabajo en SEO. Al preguntarme si sabía inglés dije que tenía un nivel B2 acreditado por la universidad. No hubo más preguntas, ni si quiera tuve que hablar un poco. No le di mayor importancia porque creía que no sería relevante.

Una vez dentro, vi que tenía un correo de "international@EMPRESAX.com" y una serie de emails con nombres y dominios que no había visto en mi vida. Sin saberlo, ¡me estaba introduciendo en el interesante mundo del comercio exterior!

Sin experiencia previa, sin formación en ventas... de repente me tocaba gestionar cuentas de al menos 20 países. Aprender acerca de documentación, legislación, calidad, logística... Vamos, todo un mundo. No sé cuántos máster tendría que haber hecho para tener el mínimo de formación que requería todo eso. En este punto tengo que agradecer a mi supervisora que me ayudase tanto con todo, porque vaya paciencia tuvo que tener. Pero en el fondo me encantaba mi trabajo.

Pasé a conocer a mucha gente de muchos países distintos. A conocer cómo trabajan en China, Uruguay, Marruecos, Emiratos Árabes Unidos (entre otros). Vender no es una cuestión de tener mucha labia o de ser un galán, es un tema de resolver una necesidad mediante tus servicios. Y es algo que rompía mis esquemas de lo que era un vendedor.

Cuando hablamos de "el vendedor" muchos pensamos (yo también lo creía) que es la figura del comercial a puerta fría de enciclopedias, de la llamada a la hora de la siesta de alguna compañía de teléfonos para ofrecerte otro contrato, o de quien te persigue por la calle para que te apuntes a una ONG. En resumen, un perfil intrusivo y que lo que hace es manipular para venderle una nevera a un esquimal.

Y realmente dedicarme a vender debe ser sinónimo de ayudar, de crecer juntos. Si tus clientes ganan, tu ganas. Si cooperas, tendrás resultados. Es repartirse el pastel, no quedarte tú con el mejor trozo. Lo que realmente vendemos es una solución. No se trata de vender por vender, es asegurarse de que tus productos o servicios son los que realmente tu cliente necesita.

Sin duda lo más satisfactorio de mi trabajo (a parte de cobrar, claro) es cerrar acuerdos. Una venta no es simplemente preparar una mercancía y cargarla en un contenedor al país que sea. Es el resultado de un acuerdo que en muchos casos puede llevar años cerrar. Hablar sobre qué productos, qué precio, qué incoterm, cuántas cantidades... y sobre todo tratar de que no se quede ahí. Lo importante es cerrar acuerdos a largo plazo. Una venta puntual puede sumar en ese momento, pero no sostiene tus resultados en el futuro. Y créeme, conseguir clientes cuesta una barbaridad. Son muchas llamadas, reuniones, envíos de muestras, seguimiento y un largo etcétera que además varía de cliente en cliente.

Ahora mismo me dedico a la venta industrial de confitería. Quizá en su momento podría haber vendido pisos o seguros. Tuve la ocasión de hacerlo pero no me veía capaz. Quien sabe, tras una pandemia y tener 20€ en la cuenta y un alquiler que pagar, en esta ocasión no tuve más opción que aceptar que iba a ser Export Manager sin querer. Y realmente esto ha sido una serendipia.

Serendipia: Hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual. El descubrimiento de la penicilina fue una serendipia (ENLACE RAE)

En conclusión, simplemente decir que vender me parece un arte. Convencer, negociar y fortalecer relaciones son los pilares fundamentales de una profesión en la que es bonito crecer junto con tus clientes.

Actualmente es algo que no cambiaría por nada.

¿Y tú? ¿Crees que vender es un arte? Espero haberte inspirado.

PD: más adelante te contaré cómo es mi día a día. Cosas que son buenas y otras no tanto.